La Guerrera Drager cap 19

Capítulo 19: La búsqueda

Ran miraba el cuerpo inerte de Thea aún con lágrimas en los ojos. Thea sabía que debía ir tras Sian porque lo único que podría importarle más a Ran que el propio futuro del mundo era la vida de aquellos que apreciaba. Sian cogió la mochila de Thea y guardó en ella las tiendas. Ran enterró el cuerpo de Thea con magia y vio como Sian se montaba en su nave, ya era el momento de marcharse. Ran cogió su lanza se la puso en su espalda atada al cinturón junto al destructor de almas y alzó sus alas. Ran y Sian volaron hacia el punto de encuentro con Imza. Ran y Sian llegaron al punto de encuentro y allí estaba Imza esperándoles algo impaciente. Ran y Sian bajaron a la colina y saludaron a Imza.

—Ya creía que no ibas a venir —intervino Imza.

—Ahora tenemos un enemigo en común y si los dragers no hacen distinción entre ellos yo tampoco las haré —respondió Ran.

Imza vio el destructor de almas en la espalda de Ran —¿Eso es lo que creo que es? —Ran asintió —Espero que tan sólo tengamos que usarlo con Shenuk.

—Me temo que has hablado demasiado pronto —Sian señaló hacia arriba.

Ran e Imza miraron hacia arriba y vieron dragers volando hacia ellos. Ran cogió el destructor de almas y apuntó hacia el grupo de dragers. Se escuchó un sonido impactante y poco después tres dragers azules se convirtieron en cenizas, tan sólo quedaban cuatro dragers más azules, el resto eran verdes y naranjas. En total quedaban dieciocho, pero a Ran tan sólo le preocupaban los azules, al resto podría vencerles fácilmente. Cada disparo le costaba un cristal de poder y aunque poseía bastantes, sabía que debía reservar cristales para Shenuk. Ran disparó otras dos veces y derribó a los cuatro dragers azules que quedaban y a otros dos naranjas.

—Sian tú ve a por los tres dragers verdes que están en la izquierda, Imza tu ve a por los cuatro dragers naranjas del medio y yo iré a por el resto —les ordenó Ran.

Imza y Sian asintieron como respuesta. Sian se montó en su nave y voló hacia los dragers de la izquierda, Imza voló hacia el centro y Ran hacia la derecha. Sian disparó hechizos para derribar a los dragers y después con su espada les cortó las cabezas.

Ran disparó tres potentes hechizos contra los dragers menos poderosos y tras matarlos cogió su lanza, dispuesta a matar al resto de los dragers. Su habilidad había mejorado tanto que apenas le llevó unos minutos acabar con el resto de los dragers. La pelea había terminado y Ran se dedicó a quitarle a los dragers caídos sus cristales de poder, los necesitaría para la guerra que iba a comenzar. Ran colgó su lanza en su cinturón y volvió con Imza y Sian. Los tres decidieron marcharse a un lugar algo más seguro, así pues, volaron hacia las afueras Osrath.

Siguiendo a Imza llegaron al este del gran lago y bajaron hasta una gran explanada. Allí descansarían para comer algo. La gran explanada verde estaba llena de vida, en los árboles habían freywans [1] comiendo los frutos o desparasitándose unos a otros. Aquellos seres era los animales más parecidos a los seres humanoides, algunos dicen que los humanos pudieron evolucionar de una raza extinta de freywans y dado que el resto de los seres humanoides evolucionaron de los humanos técnicamente todos vendrían del mismo animal. Eran animales astutos y aunque en principio eran pacíficos era mejor no cabrearles pues podría llegar a ser bastantes peligrosos, sus enormes colmillos eran una prueba de ello.

—Este lugar lo descubrí cuando escapé de Osrath por primera vez. Es el único lugar a parte de Osrath que aún posee vida, el resto de las tierras están destruidas —dijo Imza.

—Yaevdhal volverá a reconstruir Dragavyr y estoy seguro de que se convertirán en lo que eran antes, una región llena de vida y verde —comentó Sian.

—Ya, pero eso sólo sucederá si conseguimos ganar esta guerra —indicó Imza.

—La ganaremos —afirmó Sian.

Sian e Imza hablaban mientras almorzaban, pero Ran no los escuchaba tan sólo estaba concentrada en pensar en cómo derrotar a Shenuk. «Llegado el momento debo enfrentarme al destino yo sola y sacrificarme» comprendió Ran. Ran entonces recibió un mensaje de Eldric necesitaban su ayuda pues se adentraban en terrenos peligrosos.

—La verdad es que es curioso que sin tener nada en común ambos hayamos dejado a un lado a nuestros reinos para unirnos a Yaevdhal —comentó Sian.

—Es cierto, pero creo que tenemos más en común de lo que podamos pensar. Después de todo ambos somos huérfanos y ambos luchamos por lo mismo.

—Debemos irnos ya, Eldric nos necesita —ordenó Ran.

—Pero ni siquiera has comido, ¿es urgente? —preguntó Sian y Ran en respuesta alzó sus alas—. Pues vale, indícanos el camino.

Sian se montó en la nave y entonces los tres alzaron el vuelo, se dirigían hacia el sur, esta vez estaban siendo guiados por Ran.

Mientras aquella mañana Eldric había partido de nuevo con el ejército adentrándose en Dragavyr, pero al poco tiempo Eldric había conseguido encontrar un lugar estratégico para montar el campamento del ejército.

Allí esperarían al resto de los ejércitos y librarían la guerra contra los dragers. Ocultos en un cráter enorme y cubiertas las espaldas por un monte pequeño aquel lugar era perfecto para montar el campamento base. Pronto los demás ejércitos se unirían a ellos. El campamento era grande y estaba compuesto por las distintas tiendas de los soldados, en cada tienda dormían seis soldados, exceptuando a los líderes y la tienda que serviría como hospital para atender a los guerreros heridos. La tienda hospital era la más grande de todas, podría tener media hectárea y dentro de ella estaban los hechiceros que los habían acompañado en el viaje con la misión de curar a los guerreros que así lo necesitaran. La tienda de Eldric la compartía con Khai y cada uno tenía su cama, que consistía en una hamaca colgante iguales a las que tenían los demás guerreros. En la tienda de Eldric también había un destructor de almas, una mesa pequeña con una silla y una lámpara colgada en el techo, esto último lo tenían todas las tiendas. Las tiendas de Yaevdhal serían de tela de color morado, las de Varlsilare serían verdes y las de Aurinko amarillas. Cada reino traía su propia tienda hospital y eran todas iguales, de color blanco y con los artilugios necesarios para atender a los guerreros dragers.

Eldric se despertó al día siguiente con una llamada de Jorell.

—Bueno días majestad, ¿cómo trascurren las cosas por Yaevdhal? ¿Alguna novedad?

—Pues la construcción del túnel hacia Sirenia está terminada y hemos podido comenzar a intercambiar recursos con las náyades. También he enviado la localización del campamento base a los líderes de los ejércitos de Varlsilare y Aurinko para se reúnan con vosotros lo antes posible. ¿Y por allí? —contestó

—En nuestro viaje hemos tenido dos encuentros con dragers. Hemos perdido a algunos guerreros, pero no a demasiados.

—¿Has podido hablar con Ran? —preguntó Jorell.

—Le acabo de enviar un mensaje para venga a ayudarnos, pero todavía no ha llegado. ¿Por qué? ¿Ha sucedido algo?

—Me he puesto en contacto con Ran, pero no me ha contestado.

—Es probable que no lo haya escuchado, no se preocupe seguro que está bien. Si tengo noticias de Ran, se lo haré saber —le confortó Eldric.

—Muchas gracias —Jorell finalizó la conversación.

Eldric salió de su tienda y miró como el ejército se entrenaba en una explanada cercana. Después de almorzar el ejército decidió descansar, no sabían cuando tendría lugar el próximo ataque y aún no habían llegado los ejércitos de Varlsilare y Aurinko. De pronto tres figuras lejanas se acercaban al campamento. Ran, Imza y Sian bajaron hasta el campamento base, los guerreros al ver a Ran aplaudieron entusiasmados. Sian dejó su nave con el resto de las naves de los guerreros y luego caminó hasta donde estaban Imza, Ran y Eldric.

—Eldric te presento a Imza, él nos ayudó a tomar Osrath —les presentó Ran.

Eldric le apretó la mano a Imza y entonces recordó algo.

—¿Dónde está Thea? ¿No viajaba con vosotros?

Imza se quedó blanco. «¿Thea era compañera de Ran?»

 —Oh no… —soltó él pálido.

—¿Qué tal si vamos a conocer al resto de los guerreros? —preguntó Sian e indicó a Imza que le siguiera y ambos se marcharon con el resto del ejército.

Eldric miró preocupado a Ran.

—¿Qué ha ocurrido Ran?

A Ran se le escapó una lágrima. «No sé si seré capaz de contarle lo que ha pasado, es demasiado doloroso»

—Thea está muerta, pero no quiero hablar del tema.

—¿Tú estás bien? —preguntó Eldric abrazándola.

—Sí. Debemos estar listos para un posible ataque, prepara a tus guerreros inmediatamente.

Eldric asintió, se separó de Ran y ordenó a sus hombres prepararse para la batalla. Todos cogieron sus armas y se montaron en sus naves. Ran e Imza sacaron sus alas y alzaron el vuelo, poco después lo hizo Eldric montado en su nave. Los demás guerreros les siguieron hacia el cielo, algo confusos pues en la lejanía no se veía nada. Estaban comenzando a pensar que aquello debía de ser un error de Ran cuando de pronto una nube negra se acercó hasta ellos.

Eran cerca de casi quinientos dragers y casi la mitad eran azules y rosas, incluso había varios que eran rojos. Los guerreros al principio estaban muy asustados, pero entonces Ran, Eldric, Lion y Saz se pusieron en primera línea armados con los destructores de almas. Eldric ordenó eliminar primero a los más poderosos, los guerreros lanzaban poderosos hechizos contra los dragers, algunos de ellos caían muertos otros estaban heridos y no podrían luchar.

Eldric ordenó a algunos de sus mejores guerreros ir a por los dragers de los flancos izquierdo y derecho. Sian e Imza estaban entre esos guerreros y comenzaron a luchar con sus espadas contra aquel inmenso enemigo. Lion y Saz ya no pudieron disparar más con sus destructores de almas así que volvieron a la retaguardia con sus compañías.

Había un drager rojo en el medio que se alzó entre los demás, él era el líder de aquella comanda de dragers, Ran lo supo enseguida. Ran se colgó el destructor de almas en el cinturón, cogió su lanza de su espalda y alzó el vuelo hacia el drager rojo evitando los ataques del resto de los dragers.

Después de lanzarle varios hechizos fue a por el flanco derecho y mató a varios dragers con su lanza, a su espalda le seguía el drager rojo. Eldric al ver lo que estaba haciendo Ran comandó su ejército contra los dragers y fue tras Ran, pero un drager rosa le cerró el paso. Eldric comenzó a luchar contra el drager y tras conseguir derrotarle se escuchó un gran estruendo. Ran había usado el destructor de almas, pero había dado una de sus vidas a cambio. Entonces los dragers comenzaron a estar confusos, su líder había muerto y eso les hacía débiles. Lo suficiente para que el ejército pudiera derrotarlos. Los dragers cayeron todos muertos uno a uno, la batalla había terminado por fin. Los guerreros gritaban victoriosos y alegres, habían conseguido vencer y nadie había muerto. Todos bajaron hasta el campamento base y dejaron sus naves, y comenzaron a sanar a los heridos, había sido una dura batalla; si no hubiera sido por Ran jamás podrían haberla ganado, y era algo que todos sabían y tendrían muy presente en su memoria.

Eldric buscó con la mirada a Ran, entonces vio que Imza la sostenía entre los brazos y la bajaba hasta el campamento base. Sian estaba herido y Khai tuvo que ayudarlo para bajar hasta el campamento, pero al oír que Ran parecía no despertarse lo dejó todo y se fue corriendo hasta la tienda de Eldric. Ran estaba tumbada inconsciente en la tienda de Eldric. Imza estaba curando sus heridas, pero aun así no conseguía despertarse. Sian no podía esperar para ver a Ran, así pues, interrumpió en la tienda. Eldric estaba al lado de Ran y Sian le apartó. Sian se acercó hasta Ran y puso sus manos sobre su corazón, apretó y giró. Una luz interior salió del cuerpo de Ran y entonces ella despertó de un sobresalto.

—¿Estás bien? —preguntó Sian y Ran asintió como respuesta.

Ran miró a Sian y al ver que estaba herido se preocupó.

—Sian estás sangrando.

—No te preocupes, estoy bien.

—No, no lo estás. Mira que eres bruto Sian. —Ran apuntó a Sian y le curó sus heridas en unos segundos—. Ya está. Ahora lo que quiero saber es si hemos vencido a los dragers y puedo descansar o tengo que volver ahí arriba.

—No te preocupes, hemos ganado.

—Sí, pero lo que has hecho ha sido demasiado peligroso incluso para ti Ran. Recuerda que sigues estando bajo mis órdenes —dijo Eldric enfadado.

—Sé que no he hecho lo correcto, pero era la única forma de poder vencerles. —Ran se levantó—. Ahora si me disculpas debo seguir las órdenes de la reina y encontrar a Shenuk para acabar con esta maldita guerra —dijo Ran saliendo de la tienda de Eldric e Imza la siguió.

Sian iba a seguirla, pero Eldric le detuvo.

—Espera Sian, tengo que hablar contigo. Khai ve a ayudar a los heridos y avisa a los reyes de que Ran se encuentra bien. —Khai asintió y salió de la tienda—. Sian has sido leal a nuestro reino y como recompensa te voy a nombrar guerrero drager. ¿Aceptas jurar lealtad a Yaevdhal y respetar nuestras leyes; y servir y proteger Yaevdhal como guerrero drager?

—Sí, es todo un honor para mí aceptar servir a Yaevdhal.

Eldric se dirigió a un baúl, lo abrió y de él sacó la marca de los guerreros dragers. Se acercó a Sian y le marcó en el brazo derecho.

—Ahora eres oficialmente un guerrero drager, enhorabuena Sian. Ya puedes marcharte.

Sian se marchó orgulloso, ahora servía oficialmente a Yaevdhal, era un guerrero drager. Ran entró en su tienda y poco después lo hizo Imza. Ran dejó el destructor de almas en un lado de la tienda junto a su lanza y cogió un bocata de dentro de la mochila. Ran se lo comió y después bebió un poco de agua de una jarra que había en la tienda. Ran se dio la vuelta y al ver a Imza sonrió.

—Tenía hambre —admitió Ran —Gracias por cogerme.

—Es lo mínimo que podía hacer, sobre todo después de lo te hice. Lo siento mucho… yo jamás pensé que Thea era tu compañera.

—Ya bueno, en cierto sentido ya lo sabía; pero me negaba a creer que pudiera traicionarme. Es algo que me inquieta, haberme dejado llevar así por mis sentimientos de esa manera…eso sí que es peligroso.

—A mí me ha pasado lo mismo con Lyria —le recordó Imza

—¿Cuál es tu historia? —preguntó Ran.

—Mi madre murió cuando yo tenía diez años y mi padre cuando yo tenía dieciocho, estoy solo desde entonces. Cuando los dragers dominaron Dragavyr en la gran guerra mi abuelo consiguió conquistar un enorme territorio y lo nombraron rey. Mi padre tuvo que marcharse por casarse con una varluv y me tuvieron a mí. Cuando los otros herederos murieron mi abuelo me nombró príncipe. Seguimos dominados por los dragers, pero éramos los únicos que hemos resistido durante todo este tiempo. Viví un tiempo aquí en la ciudad, pero después de convertirme en guerrero drager decidí volver a casa —explicó Imza.

—Es realmente impresionante —reconoció Ran— ¿Por qué se marchó tu padre sólo por casarse con una varluv?

—Estaba mal visto, casarse con alguien que no fuera de tu raza. Mi abuelo no quería un mestizo como heredero, pero se quedó sin herederos así que me nombró príncipe. Yo jamás me he sentido como tal, sino fuera por él mis padres seguirían vivos. Así que me hice guerrero drager para no tener que volver a ser príncipe. Ahora yo mismo le he matado, y todo por venganza.

—Me ha gustado que me contaras tu historia, pero ahora debemos concentrarnos en ir tras Shenuk.

—Espero que nuestro sacrificio merezca la pena. Dime, ¿crees que le venceremos?

—Creo que al final lo conseguiremos —contestó Ran.

Imza la miró y supo que se estaba callando demasiado.

—Pase lo que pase debemos luchar hasta el final. Ya hemos llegado demasiado lejos para volver atrás.

—Tienes razón —admitió Ran—. Ya no hay vuelta atrás.

Ran se sentó en el suelo, sacó de su mochila un mapa y lo abrió. Empezó a buscar posibles escondites y de pronto cayó en algo evidente. «El volcán de Ryordor, está allí»

—Está en el volcán, Imza.

—No puedes ir sola hasta allí, te matarían. Yo te acompañaré.

—De acuerdo, pero no se lo puedes decir a Sian —e Imza asintió conforme.

De pronto entró Sian en la tienda y les interrumpió con una tos carrasposa.

—Ran.

—Hola Sian —le saludó Imza.

—Si queréis podéis uniros a cenar —les informó Sian.

—Vale, gracias. Enseguida vamos —afirmó Ran.

Imza y Ran salieron de la tienda y caminaron hasta donde estaba la hoguera. Allí estaban Eldric, Khai, Lion, Saz y Sian sentados alrededor de una gran mesa cuadrada sobre la cual había un enorme banquete. Ran e Imza se sentaron y comenzaron a comer, la magia y la lucha les había dado demasiada hambre. Terminaron de cenar y se fueron a sus respectivas tiendas para descansar, excepto Sian que entró en la tienda de Ran.

—Hola, no he podido hablar contigo en la cena de lo sucedido. ¿Estás bien?

—Me dan fuerte dolores de cabeza.

Sian se acercó hasta ella y la abrazó.

—Por cierto, ¿de qué va Imza? No entiendo por qué hace todo esto.

—Por su familia. Prometió vengarse de los dragers.

—Entiendo, yo pasé una etapa parecida hace unos años. Antes de conocerte siempre estaba enfadado y triste. Me diste esperanza —confesó Sian.

—Yo también pasé por una etapa así hace mucho, pero entonces conocí a Tula y me enamoré de ella. Cuando dejé a Eldric ya todo el mundo supo que era lesbiana, aunque jamás me he atrevido a decírselo a mis padres.

—¿Por qué? En Yaevdhal hace unos años que se legalizó el matrimonio entre parejas del mismo sexo. ¿Tenías miedo de lo que pudieran pensar de ti? ¿De tu reputación?

—Tenía miedo de que no me aceptaran. Enfrentándome a dragers y mi mayor miedo siempre ha sido ver como todos me repudian por lo que soy. Cuando estaba estudiando para ser guerrera drager a Tula la marginaban y la perseguían porque no tenía miedo de esconder su sexualidad y al final… acabó siendo asesinada por ello.

Sian la miró con ternura y la abrazó.

—Pase lo que pase, siempre me tendrás a tu lado Ran.

—Gracias, Sian. Será mejor que vayamos a dormir, mañana tenemos que ir a la guerra contra los dragers.

***

Mientras tanto en Sirenia, la esposa de Kalan había muerto debido a una enfermedad y no le había dado aún un legítimo heredero para su trono, por lo que la situación de Kalan era muy delicada. Había un par de comandantes con descendientes que estarían dispuestos a dar un golpe de estado y arrebatarle el trono. Kalan estaba furioso pues Yaevdhal no había cumplido su acuerdo. No sólo era comida lo que se exigía comercialmente sino también medicinas y estas no habían impedido la muerte de su esposa.

Kalan furioso cogió el transformador de magia que antes sostenía el campo magnético de la ciudad y lo puso en una nave. Kalan condujo la nave afuera de la ciudad hasta llegar a una explanada escondida detrás de un montículo. En ella había un huevo. Puso los extremos en el huevo y esperó hasta que comenzó a eclosionar. Tiró el transformador a una cueva y observó como del huevo salía un monstruo que ahora estaba a sus órdenes.


[1] Homínido con cuatro brazos y dos piernas, todos con manos acabadas en uñas peligrosas. Su pelaje normalmente verde y azul era corto y les cubría todo el cuerpo exceptuando el rostro. Tenían grandes mandíbulas con dientes peligrosos y dos ojos grandes claros.

La Guerrera Drager cap 18

Capítulo 18: Traición

Ainara miró como su hija partía hacia un enemigo del que sólo había oído hablar en leyendas, Shenuk. El primer drager, el más peligroso y poderoso de todos había despertado; probablemente debido a la muerte de su creador. A pesar de todo, Jorell y Ainara estaban agradecidos por poder estar juntos.

—Estoy un poco preocupado por Eldric, dirigir una guerra de esta magnitud no es tarea fácil y es su primera misión como maestro drager —confesó Jorell.

—Yo estoy preocupada por Ran, Shenuk es el más poderoso de los dragers.

Jorell se separó de ella y la miró a los ojos.

—Si hay alguien capaz de derrotarlo, es Ran. Yo también estoy preocupado, pero sé que Ran volverá a casa.

—Tienes razón. Además, ahora no debo preocuparme, estoy embarazada. Espero poder dejarles a mis hijos un mundo en paz.

—Estoy seguro de que será así amor mío —aseguró Jorell.

***

Abel llegó a Wiesse cansado, pero estaba deseando volver a ver a Eileen así que fue directo hacia la habitación de Eileen. Abel llamó la puerta y Eileen le abrió. Al verle se dibujó una sonrisa en su rostro.

—Menuda sor…—comenzó a decir Eileen, pero Abel la interrumpió con un apasionado beso en los labios. Abel se separó de ella— presa.

—No he parado de pensar en ti todo este tiempo. Te he echado tanto de menos.

Eileen acarició dulcemente el rostro de Abel.

—Yo también te he echado de menos.

Abel sonrió y la volvió a besar apasionadamente en los labios, de pronto recordó que aquella noche era la boda de su padre.

—Oh, vaya acabo de recordar que esta noche es la boda de mi padre. ¿Querrías venir conmigo?

—Claro, aunque no tengo qué ponerme.

—No te preocupes por eso —Abel le entregó una bolsa con dinero—. Aquí tienes de sobra para comprarte el vestido que tú quieras.

—De acuerdo —aceptó Eileen cogiendo su bolsa— Te veré por la noche para la boda, después de la ejecución de Myrna. Ahora tengo que ir de compras.

Eileen besó a Abel en los labios y se marchó a las clases. Abel se quedó con el corazón latiendo a mil por hora, sus besos le volvían loco.

Por la tarde Eileen se fue a comprar un hermoso vestido mientras Abel, Hebe, Cisqua y Gildor vieron la ejecución de Anrym a través de sus colgantes mágicos. Entonces en el ambiente comenzó a sentirse miedo. Abel se subió a un atril y llamó al pueblo, ellos se callaron.

—Pueblo de Varlsilare, yo soy vuestro príncipe heredero y sabéis que nunca os engañaría. Sé que el poder que embarga esta arma os preocupa, pero debéis recordar el fin por el cual ha sido creada: para destruir a los dragers. Sabéis bien lo poderoso que es nuestro enemigo y para ello nos hace falta un arma igual de poderosa. Os garantizo que esta arma será destruida una vez conseguido nuestro objetivo y que poseemos un tratado de paz entre todos los reinos que evitará futuras guerras. Tened en vuestra mente pues nuestro verdadero fin: la destrucción de los dragers.

Cisqua después de la ejecución fue directa a prepararse para su boda, aquel era un día muy especial para ella y quería estar perfecta. A pesar de que estaba algo nerviosa, estaba ansiosa por que comenzara la ceremonia. A la noche llegó el gran momento de su boda y al entrar en la capilla pudo ver que allí estaban todas las personas que quería que estuvieran: su hijo Aegnor, Abel con su pareja Eileen, Hebe y su pareja Saeros, y junto al altar estaban el sacerdote y Gildor. La sala de la capilla era bastante grande, sus paredes estaban adoquinadas y decoradas con cuatro lámparas y dos ventanas acristaladas en forma de arco a cada lado de la sala. Al final de esta estaba el atril y colgada sobre la pared, la bandera de Yaevdhal que era un arco amarillo sobre un fondo verde oscuro. Hasta el atril había una alfombra verde oscura y a cada lado de ésta había cuatro filas de bancos de madera oscura. Cisqua caminó hasta ambos y entonces comenzó la ceremonia.

—Queridos amigos, estamos aquí para unir en matrimonio al rey Gildor y a la maestra hechicera Cisqua en sagrado matrimonio. Ambos han venido una trágica perdida, pero han conseguido encontrar una vez más el amor verdadero el uno en el otro. ¿Queréis Gildor tomar a Cisqua en sagrado matrimonio, en lo bueno y en lo malo, hasta que la muerte os separe? —dijo el sacerdote.

—Sí.

—¿Queréis vos Cisqua tomar a Gildor en sagrado matrimonio, en lo bueno y en lo malo, hasta que la muerte os separe? —preguntó el sacerdote.

—Sí.

—Pues por el poder que me ha concedido el reino de Varlsilare yo os declaro marido y mujer —finalizó el sacerdote.

Cisqua y Gildor se besaron con pasión y todo el mundo aplaudió. El convite fue corto, pues al día siguiente Gildor debía partir a la guerra en Dragavyr.

***

Al día siguiente Eldric llegó a Dragavyr junto al ejército a la hora de almorzar. Tras hacer un breve descanso Eldric observó la inmensidad del paisaje que ahora le rodeaba, era realmente impresionante como una tierra podría llegar a un nivel de destrucción tan enorme. Lo que antes eran campos verdes ahora eran desiertos de arena quebradiza con unos pocos árboles. El suelo estaba quemado, el cielo era de color naranja y aún podía notarse el olor a muerte. Todo estaba destruido, no quedaba nada. «No sé cómo hemos podido dejar que estas tierras siguieran con la muerte tan marcada después de tantos años. La vida que una vez gobernó estas tierras ha desaparecido» pensó Eldric. No había nubes en el cielo y el sol brillaba en los más alto del firmamento. Después de descansar decidieron viajar aún más adentro de Dragavyr, todos sabían que cuanto más se acercasen a las montañas más cerca estarían los dragers. Por un lado, los guerreros estaban deseando terminar aquella guerra que llevaba años disputándose y que había costado demasiadas vidas, pero por el otro lado temían lo que podrían encontrarse allí a dónde iban.

Había empezado a correr el rumor de que había un gran drager más poderoso que todos los demás esperando su llegada. Eldric sabía que aquel rumor por infortunio era real y aquello era una enorme responsabilidad, no solo para Ran sino para Eldric. Si ella no conseguía vencer a Shenuk sus guerreros morirían, incluso con el destructor de almas en su poder la guerra estaría perdida. Entonces en el cielo comenzaron a divisar a los primeros dragers, eran tantos que los guerreros en un principio tuvieron miedo. Más de trescientos dragers se acercaban a ellos y eran bastante poderosos. Habían salido como primera ofensiva, seguramente los más fuertes se reservaban para la gran batalla.

Eldric cogió uno de los destructores de almas y apuntó al centro de la manada de dragers. Un gran haz de luz azul comenzó a matar a los dragers, cuatro de ellos se convirtieron en cenizas y dos de ellos cayeron muy malheridos al suelo. Saz y el coronel Lion, quienes podían usar los otros dos destructores de almas, comenzaron a disparar contra la bandada de dragers. Los dragers empezaron a dispersarse y atacar a los guerreros por diferentes frentes.

Eldric ordenó a algunos guerreros que reagruparan a los dragers, para que así fuera más fácil dispararles con el destructor de almas.

Eldric daba órdenes sin parar y poco a poco pudieron ir controlando la situación. Al final treinta guerreros murieron en la batalla y sólo diez de ellos pudieron resucitar de nuevo, eso sí pudieron derrotar a los dragers y continuar así con su viaje. Poco después descansaron en el desierto mientras los guerreros dragers hacían turnos por grupos de seis, pues sabían que no estaban seguros en Dragavyr.

Ran volaba seguida de Thea y Sian hacia la frontera con Dragavyr. El paisaje conforme los tres avanzaban se hacía más verde, pero más nuboso. Aquella noche descansaron en una explanada cerca de la base de los guerreros dragers, debido a que su misión no era oficial no querían involucrar a los otros guerreros dragers. Thea sacó de la mochila una tienda para cada uno y después las montó alrededor de la hoguera que estaba haciendo Ran. Sian se acercó a Ran y la abrazó. Sian se separó de Ran, estaba bastante distraído.

—¿Estás bien? —preguntó Ran.

—No —respondió Sian y abrazó a Ran más fuerte.

—Sé que ahora es doloroso, pero lo superarás —aseguró Ran.

—Lo sé, al menos de todo esto ha salido algo bueno. Ahora me puedo quedar en Yaevdhal como guerrero drager, aunque me niego a usar el mono.

—Eso es una gran noticia.

—Es curioso cómo cambia todo, ¿no crees? ¿Cómo crees que serían nuestras vidas si los dragers nunca hubieran existido? —preguntó Sian.

—No, lo sé. El pasado no se puede cambiar Sian.

—¿Estás bien? —preguntó Sian.

—Perdona, es que a veces echo de menos a Tula.

—La apreciabas mucho, lo sé.

Ran creó un campo de protección alrededor de ambos, así Thea no podría escucharlos hablando.

—Yo la quería Sian y la perdí. Y siento que la estoy traicionando al olvidar ese amor.

—Sabes que Tula querría que volvieras a ser feliz, no tengas miedo. No pierdas la esperanza, el destino nunca está sellado.

—Tienes razón. Lucharé por nuestro presente y por nuestro futuro. Sea cual sea, no me rendiré hasta el final.

—Esa es mi Ran —dijo Sian y al mirarla supo que sucedía algo más— ¿Estás bien?

—Ahora mucho mejor.

De pronto Thea llamó a la burbuja.

—¿Interrumpo? Es que tengo hambre.

De pronto a Ran le comenzó a doler la cabeza.

—¿Te importa si hablamos mañana? Me duele la cabeza, además Thea nos espera para cenar.

Ran deshizo el hechizo y Sian suspiró.

—Claro, no importa.

—¿Qué hay para cenar? —preguntó Thea.

Ran sacó de la mochila tres tarteras y las repartió, después sacó una jarra de agua y la dejó a su lado. Los tres cenaron juntos y luego se fueron a dormir a sus respectivas tiendas. Ran creó un escudo mágico en la zona y hecho esto se fue a dormir, pero no podía conciliar el sueño. Al rato escuchó un ruido y Ran se despertó. Ran se levantó y fue hasta la tienda de Sian. Entró en la tienda y entonces vio a Thea con la cápsula, estaba a punto de inyectársela en el estómago a Sian. Ran le lanzó un potente hechizo paralizante a Thea que despertó a Sian. Sian al ver a Thea con una jeringuilla llena de veneno se asustó. Sian le quitó la jeringuilla a Thea y después abrazó a Ran para consolarla. Al rato Ran ató a Thea con unas cuerdas. Dejaron a Thea atada en la otra tienda y se sentaron juntos en la tienda de Sian. Entonces Ran se derrumbó y lloró desconsoladamente.

—No ha pasado nada, me has salvado la vida Ran —la reconfortó Sian.

Ran sonrió y paró de llorar.

—Por un segundo pensé que te iba a perder.

—Pero no lo has hecho. Estoy aquí. Además, a diferencia de cierta guerrera algo alocada yo aún tengo todas mis vidas —bromeó Sian.

Ran no pudo evitar reírse con la broma de Sian. De pronto Sian recordó que aún no habían destruido la cápsula de Thea.

—¿Qué tal si destruimos la cápsula? Así estaremos más seguros

Sian iba a tirar la cápsula al suelo, pero Ran le detuvo. Sian se la entregó y Ran la guardó dentro de la bota derecha. Ran comenzó a llorar de nuevo pues el castigo a la traición era la muerte y no podía dejarlo pasar. «No tengo elección, es mi deber». Ran salió de la tienda y fue hasta Thea. Ran entre lágrimas deshizo parte el hechizo.

—¿Por qué lo has hecho? —preguntó emocionada Ran.

—Por miedo…Lo siento.

—Ya es demasiado tarde para perdonarte —Ran clavó su lanza en el cuerpo de Thea y entonces ella murió.