La Guerrera Drager Epílogo

Epílogo

Tras la gran explosión Sian cayó de rodillas y contempló la inmensidad del desierto con lágrimas en los ojos. Estaba en shock. Ran… estaba muerta. Los demás guerreros también se arrodillaron aquella pérdida había sido demasiado para ellos. Sian estaba destrozado, era como si le hubieran arrancado el corazón.

Todo había terminado, pero el precio para ello había sido demasiado alto. Muchos de ellos habían muerto y ahora lo desconocido se abría camino. La inquietud por el comienzo de otra guerra estaba presente, la muerte y la pérdida eran demasiado cercanas. No podían hacer nada salvo velar a aquellos que habían perdido. Así pues, cogieron los cuerpos de sus muertos para enterrarlos de nuevo en sus reinos y recogieron el campamento base. Nadie sugirió ir al volcán, la explosión no habría dejado ni siquiera un cuerpo al que despedir. Todos los ejércitos volvieron a sus respectivos reinos, ahora tocaba trabajar para reconstruir sus ciudades, para intentar dejar atrás la guerra y la muerte. Llegaron a Licht unos dos días después, harían un gran funeral por todos sus caídos y uno especialmente para la princesa quien había dado su vida para salvarlos a todos.

Ainara se levantó con ojeras en los ojos, había conseguido dejar de llorar, probablemente no le quedaban más lágrimas. Tras perder a Ran, todo había sido demasiado duro, demasiado… real. Pero debía pensar en su hijo no nato, debía continuar por él. Por instinto sabía que sería un chico y había pensado en llamarle, Alvery como su padre.

Ainara se vistió con túnica magenta y unos zapatos, después salió de la habitación de la mano de Jorell quien se había vestido con un jubón morado, pantalones negros y zapatos a juego, el vestuario oficial para el rey de Yaevdhal. El funeral de Ran sería transmitido a todos los reinos, para que los guerreros que la conocían en todo el mundo pudieran ver su despedida. Los funerales de Asra y Gildor también fueron trasmitidos. Todos habían perdido a alguien importante en aquella guerra. Ainara debía hablar en el funeral de su hija delante de su pueblo. Así pues, salió del palacio y subió al atril de la plaza. Todo el mundo calló, el silencio reinaba en Licht, Wiesse y Arene dónde se celebraban funerales parecidos al de Licht.

—Querido pueblo —anunció Ainara con la voz quebrantada—. Estamos aquí para despedir a todos lo que hemos perdido en la guerra, no olvidemos que sus muertes nos han conseguido que por fin reine la paz en nuestro reino. La pérdida nos ha afectado a todos, sobre todo con la perdida de nuestra princesa y gran guerrera, mi hija, Ran.

Ainara comenzó a llorar y Jorell subió a su lado para consolarla, tras calmarse, Jorell decidió tomar el testigo.

—En estos tiempos en lo que debemos superar estas grandes pérdidas debemos luchar una guerra distinta a la de antes, pero que no por ello es más fácil. Recordemos a nuestros seres queridos como héroes pues ellos dieron sus vidas para que nosotros podamos vivir ahora en paz. En esta placa están todos los nombres de aquellos que no regresaron a casa a nuestro lado y ahora también lo están en nuestros corazones.

El pueblo estaba enmudecido por el dolor y con el gran discurso de Jorell algunos explosionaron en llanto, otros en aplausos, pero nadie pudo seguir callado. En los demás reinos los funerales trascurrieron de forma parecida, pues a pesar de sus diferencias todos sentían lo mismo. Los próximos días se declararon luto oficial en todos los reinos y cuando terminaron, poco a poco el pueblo comenzó a reconstruir sus casas y a comenzar a convivir con la pérdida. Por fin podía respirarse la paz por la que habían luchado. Yaevdhal tomó las tierras de Dragavyr para intentar devolverle la vida a aquella tierra que un día fue un lugar hermoso. Comenzaron entonces a florecer nuevos árboles y plantas. Los ríos volvieron a fluir, la vida se abría paso sobre la muerte, y poco a poco parecía que todo volvía a la normalidad a todos los reinos. La conquista de Dragavyr terminó y ahora sería el condado de Raek cuya capital sería Osrath, que sería ahora parte del reino de Yaevdhal.

***

Mientras tanto en Varlsilare se celebrará una ceremonia de coronación para convertir a Abel en rey de Varlsilare. El pueblo parecía haber recuperado la alegría que perdieron con la guerra y todo el mundo parecía por fin alegre. La comida y bebida rondaba por la gran fiesta. En medio de la plaza estaba Abel y sentados a su lado: Cisqua, Aegnor, Hebe, Saeros y Eileen que se había convertido hacía poco en su prometida. La ceremonia la llevaría a cabo Lenwe como nuevo maestro drager de Varlsilare.

—Querido pueblo —gritó Lenwe—. Estamos aquí para coronar a nuestro príncipe Abel como nuevo rey de Varlsilare. Que traigan la corona. —Un joven trajo la corona, Lenwe la cogió y la puso sobre la cabeza de Abel—. Abel, ¿prometes ser fiel a la corona, a las leyes de Varlsilare, tratados de paz y leyes entre reinos, proteger a tu reino y cumplir tus obligaciones como rey de Varlsilare?

—Sí —respondió Abel.

—Yo, Lenwe, como maestro drager te nombro a ti rey de Varlsilare.

Abel se incorporó y saludó a su pueblo quien aplaudió a su nuevo rey.

—Gracias, gracias.

***

La fiesta de la coronación siguió entonces en Varlsilare y no era la única pues en Aurinko se había coronado recientemente a Priya como reina y ahora se celebraba una boda real. Priya se casaba con Sahele, el nuevo maestro drager y ahora rey.

Un sacerdote les uniría en matrimonio y les convertiría a ambos en soberanos de Aurinko. Priya iba vestida con un hermoso vestido blanco tradicional de Aurinko, de magas cortas y escote de barco. Sahele iba vestido con sus ropas tradicionales de maestro drager y el sacerdote iba vestido con una túnica negra, lo tradicional en Aurinko para las bodas.

—Queridos amigos y familia, hoy nos hemos reunido aquí para unir a Priya y Sahele en sagrado matrimonio. A pesar de las últimas tragedias sufridas en nuestro reino y de la pérdida de nuestro rey, Asra, ahora nos alegramos por ver una unión tan especial. Así pues, ¿deseas Priya unirte en matrimonio a Sahele, en lo bueno y en lo malo hasta que la muerte os separe?

—Sí —dijo Priya y le puso un anillo a Sahele.

—¿Deseas Sahele unirte en matrimonio a Priya, en lo bueno y en lo malo hasta que la muerte os separe? —preguntó el sacerdote.

—Sí —contestó Sahele y a continuación puso un anillo a Priya.

—Firmad estos papeles dando testimonio de que esta unión es consentida por ambos —el sacerdote les entregó un libro dónde se apoyaban unos pergaminos y ambos firmaron en él—. Pues por el poder que me ha concedido el reino de Aurinko yo os declaro marido y mujer.

Sahele besó a Priya en los labios y todo el mundo aplaudió, poco después volvieron a callarse pues ahora tocaba la ceremonia de coronación para Sahele. Al casarse con Priya se había convertido también en rey, pero debía jurar formalmente el cargo. El sacerdote trajo una corona dorada, Sahele se puso de rodillas y el sacerdote le puso la corona en la cabeza.

—¡Demos ahora lugar a la ceremonia de coronación! —interrumpió el sacerdote—. Sahele, ¿prometes ser fiel a la corona, a las leyes de Aurinko, tratados de paz y leyes entre reinos, proteger a tu reino y cumplir tus obligaciones como rey de Aurinko?

—Sí —respondió seguro Sahele.

—Desde ahora eres oficialmente rey de Aurinko —anunció el sacerdote.

Todo el mundo volvió a aplaudir y Sahele se levantó del suelo alegre. Priya le cogió de la mano y juntos caminaron de la sala de ceremonias a la habitación real dónde consagrarían la unión como marido y mujer.

Algunos meses después por fin pudieron reconstruir finalmente las ciudades de Wiesse, Arene y Licht, recuperando así la normalidad en las vidas de los ciudadanos de los distintos reinos. Los destructores de almas se eliminaron, ya no lo necesitarían pues los dragers habían sido eliminados. La paz gobernaba en Atlus.

***

En Licht se celebraba una fiesta por el fin de la guerra a pesar de las pérdidas. En el palacio habían invitado a muchos de sus amigos y la alegría por fin habitaba en sus corazones.

—Hola Sian, ¿cómo estás?

—Ran poco antes de morir me confesó que sentía algo por mí, fue lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Yo la amo desde hace mucho, pero no le dije nada hasta el último momento y ahora me arrepiento. Podría haber vivido más días maravillosos junto a ella antes de perderla para siempre —admitió Sian.

Eldric apareció y miró a Sian.

—¿Tomándote una copa Sian?

—Disculpad, pero estoy cansado —Sian se marchó de la sala pensativo.

—Los recuerdos y la pérdida a veces nos colapsan. Intentamos olvidar, pero creo que tan sólo puedes intentar vivir con ellos —dijo Eldric bebiendo de su copa.

—Tenemos que intentar ser felices. Le debemos eso a aquellos a quienes perdimos, sino su sacrificio habría sido en vano —aseguró Khai.

Sian estaba en su habitación dándole vueltas a la cabeza. Los recuerdos de Ran se amontonaban en su cabeza y no pudo evitar llorar. Las noches contemplando las estrellas y contándose chistes. Los días cazando dragers, habían compartido juntos risas y lágrimas. Tras la muerte de su padre y tras terminar sus estudios como guerrero drager fue a misiones en otros reinos y en una de ellas le asignaron a Ran como compañera.

A partir de entonces su vida cambió radicalmente, era como haber recuperado a la familia que perdió y ahora había perdido también a Ran. “ Necesito despedirme de ella “ comprendió Sian y en aquel momento decidió partir hacia Dragavyr.

Al final la reconstrucción del mundo había terminado y la paz se había instaurado finalmente en todos los reinos. Ahora que todos vivían menos años todo el mundo se comprometía antes y tenía hijos más jóvenes. Los humanos consiguieron tener de nuevo una comunidad de población importante y consiguieron sobrevivir como raza a igual que los flaks y los awyrs quienes subieron notablemente su población. Sian observaba el paisaje.

La destrucción y la muerte de las tierras del nuevo condado de Raek, antes conocido como Dragavyr, ahora habían sido sustituidas por la vida y la paz. Sian había viajado hasta allí para finalizar algunos tratados comerciales con la capital del condado, Osrath y de paso iría a visitar el volcán. Desde que vio morir a Ran no había regresado al volcán, y los recuerdos que había estado reprimiendo acudieron a él como una tormenta.

Sian miró el volcán con lágrimas en los ojos y caminó hasta la cima. Una vez allí tiró los documentos de Myrna y los destructores de almas que quedaban. Todo quedó reducido a cenizas. En parte había ido hasta allí para eso, pero ahora se quería despedirse de Ran.

Sian se acercó hasta el volcán y miró al horizonte.

—No puedo soportar la idea de haberte perdido para siempre. Mi corazón te ha pertenecido desde que bailaste conmigo por primera vez. Quiero que sepas que los pocos días que he podido tener tu amor han sido los mejores de mi vida. Te quiero y jamás te olvidaré. Tu recuerdo es lo único que me queda ahora que ya te has ido para siempre. —Sian se limpió las lágrimas y miró al interior del volcán—. Nunca te olvidaremos guerrera drager.

La Guerrera Drager cap 20

Capítulo 20: La batalla final

Gildor se había marchado junto a parte de su ejército a Aurinko mientras Abel se quedaría protegiendo el reino con la ayuda de Saeros y Hebe. Durante el viaje los incidentes con los dragers no se produjeron, pero esto cambió al llegar a Dragavyr al día siguiente. Los dragers le habían tendido una trampa y más de trescientos de ellos les estaban esperando. Gildor y su coronel al mando, Lenwe, encabezaban al ejército élfico en la batalla. Lenwe era quien manejaba el destructor de almas, pero eran demasiados dragers. Lenwe disparaba a los dragers más poderosos, pero un drager azul consiguió esquivar su ataque y fue directo hacia Gildor. Gildor desenfundó su espada y montado en su nave comenzó a luchar contra el drager azul mientras el resto de su ejército intentaban hacer frente a los demás dragers.

Lenwe era un elfo de mediana edad y constitución robusta, tenía el pelo pelirrojo, largo y ondulado y lo llevaba recogido en una coleta. Su piel era clara, sus ojos verdes y llevaba puesto su conjunto verde oscuro de guerrero drager. Gildor como maestro drager y rey llevaba puesto también un conjunto de guerrero drager, pero era de color amarillo. El paisaje era sangriento, lleno de muerte y destrucción, aquella batalla la estaban perdiendo. El factor sorpresa de los dragers había conseguido matar a más de sesenta de sus doscientos guerreros y herir a muchos otros.

***

Mientras en Varlsilare también se estaba luchando su propia guerra en Wiesse, habían sido invadidos por quinientos dragers. Todos los dragers que había en aquel reino se habían reunido con un único objetivo. Aquello era demasiado, sólo poseían un destructor de almas que lo manejaba Saeros y muchos de sus guerreros habían partido hacia Dragavyr, por suerte habían llegado muchos guerreros de afuera los últimos días. Incluso los awyrs, liderados por Eileen, habían ido en su ayuda.

Saeros disparaba a los dragers más poderosos con su destructor de almas, pero al ser tantos tan sólo pudo matar a unos cien antes de que el arma se quedara sin cristales. Los hechiceros, liderados por Cisqua, protegían a los ciudadanos y mataban a los dragers menos poderosos con sus hechizos por lo que evitaron muchas muertes. Hebe curaba a los guerreros heridos para que pudieran volver a la lucha con la ayuda de varios hechiceros más. Cada uno intentaba tenía una misión distinta, pero todos tenían un objetivo en común: destruir a los dragers.

En Aurinko la invasión de los dragers había comenzado el día anterior por la noche y sólo poseían un destructor de almas. Sus guerreros estaban reunidos en la ciudad para partir a Dragavyr por lo que poseían unas grandes defensas. Asra hizo un llamamiento a los guerreros de los clanes en el desierto, para ayudar en la defensa y éstos partieran luego con los dragers que quedaran para luchar en Dragavyr. No podían permitirse romper el tratado.

Asra ordenó luchar contra los dragers y otras criaturas que habían invadido la ciudad de Arene. Su comandante en jefe, Sahele, era quien manejaba el destructor de almas y daba órdenes a sus soldados en el cielo. Sahele luchaba contra los dragers disparando el destructor y matando así a los más poderosos.

Mientras en la ciudad, los ciudadanos huían de los dragers, aunque no todos conseguían escapar vivos. Asra lideraba a los soldados de tierra para proteger a los ciudadanos mientras los demás guerreros libraban la guerra en el cielo. Sin embargo, no sólo eran dragers lo que les atacaban. Asra empuñó su hacha y cargó contra un drager con todas sus fuerzas, una hachada y pudo cortar una de sus alas, pero el veneno del drager fue más rápido que su hacha al hincarle su cola en el pecho. En aquel momento bajó Sahele del cielo y mató al drager. Sahele vestía con una camiseta negra de mangas cortas, unas hombreras metálicas que se adaptaban a su cuerpo y que le cubría parte del torso, unos pantalones marrones, su colgante mágico rojo y unas botas negras altas. Asra agonizando miró al Sahele.

—Protege mi reino y a mi hija…prométemelo.

Sahele asintió con lágrimas en los ojos.

—Lo haré, maestro. Pero deje que le ayude, puedo curarle, aún estamos a tiempo.

—Mi muerte hará reina a mi hija y tendrán que liberarla, ella dirigirá Arene mientras tú diriges mi ejército. —Asra tosió—. Además ya es demasiado tarde para salvarme, reserva tus fuerzas para la guerra —finalizó Asta.

—¡Maestro! ¡Majestad! ¡No! ¡Noooo!

Sahele miró a Asra muerto en sus brazos con lágrimas en los ojos. Entonces una casa cercana se derrumbó, allí arriba en el cielo había muchos dragers aún. La batalla no había finalizado y mucho menos la guerra. Sahele comenzó a disparar contra los dragers hasta que se quedó sin munición y la ayuda de los demás guerreros pudieron por fin vencer. Aun así, los dragers habían quemado media ciudad hasta las cenizas, hombres, mujeres y niños habían muerto en aquella sangrienta noche. Poco después se proclamó a Priya reina de Aurinko por lo que fue liberada de los calabozos para que pudiera levantar su ciudad y a su reino mientras Sahele lideraba al ejército hasta Dragavyr o por lo menos lo que quedaba de él. Debido a esta gran pérdida, guerreros de todos los clanes se unieron para ir hasta Dragavyr. Todos ellos deseaban venganza más que nunca. El más fiel comandante de Asra, Sahele, fue nombrado nuevo maestro drager y esperó allí hasta que llegaron los guerreros del resto de clanes y Priya.

***

Ran se levantó y vio que Sian ya se había ido a los entrenamientos con el ejército. Lo primero que hizo fue recoger todos los cristales de los dragers que habían muerto el día anterior y después se los entregó a Eldric, quedándose ella con unos diez. Luego se reunió con los demás para desayunar y nada más terminar pudieron ver como los ejércitos de los otros reinos por fin habían llegado al campamento base. Pero el ejército de Varlsilare estaba liderado por Lenwe y el de Aurinko por Sahele. Ran aprovechó la confusión para coger el destructor de almas, su lanza y su mochila de su tienda.

—¿Vas a algún sitio, guerrera drager? —preguntó Sian a sus espaldas.

—Debo irme Sian, tengo una misión que debo cumplir.

—¿Y pensabas irte sin ni siquiera despedirte? —Ran no contestó— ¿Piensas afrontar esta misión tú sola? Déjame acompañarte.

—No podría soportar que tu muerte fuera por mi culpa, ya han muerto demasiados por esta guerra. Lo peor es que van a morir muchos más y yo no puedo hacer nada por evitarlo.

Sian se acercó para consolarla y la abrazó.

—Desahógate.

—¿Para qué han servido todas esas muertes? He luchado durante años. Me he sacrificado por los demás y he matado por una causa que ahora me parece sin sentido. ¿Qué sentido tiene todo?

—Las guerras nunca tienen sentido, pero aun así debes combatir igualmente —le susurró Sian al oído, cogió su rostro y limpió sus lágrimas—. La muerte es un hecho inevitable, pero no debes olvidar que somos afortunados. Nosotros podemos elegir cómo queremos vivir hasta que llegue nuestra muerte. Muchos no han tenido esa elección y lo sabes. Podemos vivir el poco tiempo que nos queda resignados o podemos vivir luchando hasta el final y de paso llevarnos a todos los dragers que podamos.

—Oh, lo siento. ¿Interrumpo? —preguntó Imza mientras entraba en la tienda—. Han avistado más dragers saliendo del volcán, Ran. Los guerreros están listos para un ataque inminente.

Entretanto en las islas de los flak vieron como un ejército iba hacia Yaevdhal. Después de todo lo que Ainara había hecho por ellos, su jefe, Uxeim decidió avisarla. Uxeim cogió su colgante mágico, llamó enseguida a su Ainara.

—¡Ainara! ¡Os van a atacar!

—¿Los dragers? —preguntó ella asustada.

—No, es un monstruo de agua. ¡Vamos deprisa! Formad una cadena de magia y que madre proteja la ciudad mientras tu preparas el destructor.

—Gracias, Uxeim —Ainara finalizó la conversación.

Mientras tanto en Licht la ciudad se estaba preparando para el ataque, la cadena estaba ya formada y el destructor de almas estaba preparado. Toda la ciudad estaba en silencio, esperando que en el cielo apareciera un monstruo del que nunca habían oído hablar y al que nadie se había enfrentado hasta ahora. Escondieron a los niños y ancianos en los calabozos que resultó ser irónicamente el lugar más seguro para esconder a los enfermos, ancianos y niños durante la batalla. El silencio reinaba en el ambiente, sólo se escuchaban de fondo los llantos lejanos de los niños y el sonido del destructor de almas listo para disparar. De pronto en el cielo pudieron ver a aquel horrible monstruo. Era como una especie de drager, pero tenía aletas a los lados y la cabeza era como la de un dragón. Encima del dragón estaba montado Kalan, y a su lado iban algunos náyades. El monstruo traía consigo una gran bola de agua para inundar la ciudad.

—¡Reina Ainara habéis incumplido el tratado! —le gritó Kalan—. Me prometisteis medicinas, pero mi esposa ha muerto por culpa vuestra. ¡Atacad!

—¡Ahora! —ordenó Ainara.

Jorell disparó con el destructor de almas tres veces apuntando hacia el monstruo e inmediatamente después Ainara usó la magia de los aldeanos para cubrir a la ciudad entera de Licht con un campo protector mágico. El monstruo y todos los que le rodeaban quedaron reducidos a cenizas, y el agua cayó sobre la ciudad. Tras el primer impacto Ainara usó el campo mágico para envolver el agua con una gran burbuja. Ainara con todo su esfuerzo trasladó el agua con cuidado hasta el río y un lago cercano, dejándola de nuevo en su sitio. Ainara agotada se iba a caer, pero Jorell la cogió justo a tiempo.

El pueblo enmudeció, no estaban seguros de la reina hubiera sobrevivido, había concentrado demasiado poder en su interior. Jorell acarició el rostro de Ainara con lágrimas en los ojos, no notaba su respiración. De pronto sintió con la magia rodeaba a Ainara de nuevo, el pueblo le estaba donando lo que le quedaba de sus fuerzas para salvarla. Ainara abrió los ojos y se despertó sobresaltada, y entonces todo el mundo gritó de alegría. Jorell se limpió las lágrimas y comprobó entonces el estado de su hijo no nato y al oír su corazón se dibujó una gran sonrisa en su rostro. Ambos estaban bien y aquello era lo único que necesitaba saber en aquel preciso instante.

***

Entretanto en Varlsilare estaban librando una guerra no creían que pudieran ganar, había demasiados dragers, la ciudad estaba siendo masacrada. Eileen miraba a su al rededor y no veía más que la repetición de lo que le había sucedido a su pueblo.

Los terribles recuerdos empezaron a inundarla y sentía tanto dolor que gritó. Al gritar se cayó de su nave. Eileen cogió su bastión mágico y se enganchó con una liana a un drager rosa, con la magia se subió a su lomo. Fue algo difícil y el drager no hacía más que intentar deshacerse de ella, pero Eileen se mantuvo atada con la liana y pronto pudo domar al drager. Convirtió su bastón en una espada enorme y comenzó a luchar contra los demás dragers, ninguno de ellos la atacaba pues pensaba que era uno de los suyos y poco a poco fue abriéndose camino hasta el drager alfa del grupo. Si conseguía dominarle, todos los demás dragers estarían tan bien bajo su mando.

Abel, Saeros y Hebe luchaban ahora con toda su fuerza contra los dragers. Abel notó que su magia empezaba a agotarse así que convirtió su bastón en una espada, al igual que había hecho Hebe, y comenzó a cortar cabezas de dragers. Un drager azul se lanzó contra Abel y le derribó de su nave, se precipitaba hacia el vacío cuando Hebe le agarró desde su nave con magia. Saeros apareció al lado de Abel con una nave de repuesto para él. Abel se montó en la nave y la condujo de nuevo hasta los dragers mientras el resto del ejército seguía luchando para proteger a los ciudadanos y matar a todos los dragers.

Eileen llegó hasta el drager líder y le miró fijamente a los ojos, enganchó su liana a su boca con ayuda de magia le mantuvo frente a ella mientras él intentaba liberarse y la atacaba con magia; pero Eileen se mantuvo firme y por fin domó al drager. Eileen se subió al lomo del drager rojo y le mató. Todos los dragers cayeron a manos de los guerreros que los mataban uno a uno. Cuando todos estuvieron muertos Eileen mató a su drager y Abel la recogió con su nave. Habían ganado la batalla, por fin podían respirar algo de paz.

***

Ran salió de la tienda y se encontró con Eldric.

—¿Estás listo para volver a pelear?

—Sí.

—Por cierto. ¿Tienes noticias nuevas? —preguntó Ran.

—Tus padres y la ciudad de Licht se ha salvado de un ataque. Y a pesar de las numerosas muertes, las ciudades de Wiesse y Arene han sobrevivido lo mejor que han podido. Aunque como ya sabes, Gildor y Asra han muerto.

—Bueno, me alegra oír que al final hayan podido vencer a los dragers —reconoció Ran.

—Voy a preparar al ejército para la batalla —Eldric se marchó.

—¡Venga, vamos! ¡Hay volver a salir a pelear!

—Hay algo que tengo que decirte —Ran sonrió como respuesta—. Te quiero Ran y aunque sé que tú no sientes lo mismo no podía dejarte marchar hacia lo que probablemente sea el final sin decírtelo antes.

—Este no es el final, aún debemos luchar una vez más.

—De acuerdo. Vamos a luchar, guerrera drager.

Sian y Ran caminaron hasta el resto de los guerreros que ya estaban esperándoles. Eldric les hizo callar pues Ran iba a dar su discurso. Ran alzó sus alas y con un hechizo potenció su voz.

—¡Guerreros drager! Hemos llegado a la batalla final, de ella depende todo nuestro mundo. Es el momento de terminar aquello que una vez empezamos y erradicaremos a los dragers de una vez por todas. ¡No hay vuelta atrás! Luchad por vuestros seres queridos, por vuestras vidas, por el futuro. ¡Por Yaevdhal!

Todos los guerreros la vitorearon y salieron a luchar. Imza y Ran alzaron sus alas y comenzaron a lanzar hechizos a los dragers en ambos flancos, para conseguir que se acercaran más entre sí. Ran cogió varios cristales de su riñonera y se los puso en los ópalos[1] de sus muñecas, los incrustó y cerró los ojos para concentrarse. «Demuestra de lo que eres capaz».

Ran abrió los ojos y apuntó hacia el cielo que se fue oscureciendo, los dragers comenzaron a mirar hacia arriba, pensando en escapar y entonces Ran utilizó todo su poder en un único y potente hechizo. Los rayos comenzaron a caer del cielo y a fulminar a dragers. Ran estaba sudando por el esfuerzo, pero siguió controlando los rayos que atravesaban a los dragers por la mitad. Cogió el destructor de almas y disparó toda la munición contra los dragers más poderosos, incluido el líder que cayó hecho cenizas. Sin embargo, a pesar de que había conseguido terminar gran parte de los dragers, seguía habiendo demasiados. Ran exhausta intentó seguir fulminando a los dragers, pero su poder mágico se estaba agotando… «Debo matarlos a todos».

Una luz interior comenzó a salir del interior de Ran, iba a sobrecargarse y aquello la mataría. Las alas de Ran desaparecieron y ella al cerrar los ojos comenzó a caer en picado aún con la luz emitiéndose en su interior.

Imza rápidamente le lanzó un hechizo de magia negra, eso impediría que Ran se sobrecargarse y muriera. Después fue volando hasta ella, le lanzó un hechizo y una nube esponjosa la atrapó y evitó que se estampara contra el suelo. La nube dejó a Ran en el suelo cuidadosamente y justo después Imza le lanzó un hechizo de protección a Ran.

Eldric ordenó a sus guerreros comenzar a luchar. De pronto un drager rosa atacó con un hechizo a Eldric y tuvo que comenzar a luchar contra el drager. Sian esquivaba los ataques de los dragers para intentar llegar hasta Ran, pero el único drager azul que quedaba le cerró el paso. Entonces Ran se despertó y volvió a la normalidad.

—Debemos irnos o él vendrá a por mí, y no puedo protegerlos a todos. —Ran se colgó su lanza en el cinturón junto al destructor de almas e Imza asintió y creó una nube para ambos que comenzó a alejarlos de la zona de batalla—. No te preocupes, pronto todo habrá terminado.

Ran recuperó finalmente sus fuerzas del todo y cargó el destructor de almas con los cristales que le quedaban. Ran e Imza por fin llegaron a la base del volcán. Ran se bajó de la nube y se paró enfrente del volcán. El viento azotaba su pelo de color carmesí mientras sostenía su lanza con una mano miraba al volcán. Ran apuntó hacia el volcán y disparó con el destructor de almas, haciendo una gran entrada justo en el centro. Ran miró a Imza fijamente, era la hora. Así pues, Ran le entregó el destructor de almas a Imza, después volvió a poner su lanza en su cinturón y a recogerse el pelo en su habitual trenza baja.

Ambos volvieron a montarse en la nube y entraron dentro del volcán por la entrada que habían abierto. Se bajaron de la nube en la entrada y ésta se quedó reposando en el suelo, Imza la había creado con la orden de alejarles a ambos después de la pelea. Ran cogió su lanza e Imza preparó el destructor de almas y entonces le vieron, a Shenuk, pero con él estaba un drager rojo también muy poderoso.

—Recuerda necesito que me lances el destructor de almas después.

Imza asintió y enganchó el destructor a su espalda, después desenfundó su espada de su cinturón.

—Yo me encargo del rojo y tú de Shenuk.

—Vamos allá.

Ran alzó sus alas y se lanzó contra Shenuk quien intentaba pararla con hechizos, pero ella los esquivaba. Ran le cortó parte de la cola a Shenuk y éste se regeneró.  Ran volvió a atacarle, en esta ocasión uno de los ataques de Shenuk lo paró su coraza mágica. Mientras Imza luchaba. Imza encendió el destructor de almas y lo colgó de su cinturón. El drager rojo volvió en sí y escupió fuego a Imza, pero su coraza resistió.

—¡Ahora Imza!

Imza asintió y disparó al drager rojo con el destructor de almas. Shenuk se lanzó contra Imza y le clavó su sola en el corazón. El veneno atravesó el cuerpo de Imza y este murió casi al instante. Entonces Ran le lanzó a Shenuk, pero él tiró el destructor de almas y a Imza al volcán. Shenuk empotró contra una pared a Ran.

Shenuk le mordió en el brazo, pero Ran se había lanzado así misma antes un hechizo adherente. Shenuk intentaba liberarse, pero sin éxito. Ran arrancó los cristales a Shenuk usando su poder y con el otro brazo le lanzó un potente hechizo que lo mató, pero al hacer esto Shenuk comenzó a caer hacia el volcán y Ran estaba atrapada así que tomó la decisión de cortarse el brazo.

Ran vio que estaba desangrándose, así que se cerró la herida cansada. La nube que había creado Imza se lanzó a por Ran mientras ella miraba cómo su enemigo, Shenuk moría en la lava del volcán.

***

Eldric, Lenwe y Sahele estaban en mitad de la batalla dirigiendo a sus ejércitos cuando sonó un estruendo. Todos miraron en la dirección de la que venía el sonido. Entonces los dragers fueron cayendo al cielo inconscientes. Todos los guerreros se unieron y tras ponerse en contacto con los diferentes reyes y reinas hicieron un gran hechizo para derrotar a los dragers a cambio de donar su longevidad, a partir de ahora todos vivirán los mismos años que los humanos. Todo los dragers murieron poco a poco, el hechizo había funcionado. De repente el volcán explotó. Sian miró al suelo y vio que Ran no estaba, entonces comprendió que Ran y Shenuk habían muerto.


[1]    Son esferas que sirven para canalizar la magia, incrustarles cristales hace que su poder se multiplique por diez que conllevar la muerte del portador.