Danielle agitaba sus piernas con fuerzas, era una bailarina de ballet y tenía apenas 20 años. El teatro estaba lleno, su corazón latía tres veces más rápido por segundo, pero no le importaba ella era feliz. A pesar de lo nerviosa que estaba por su primera actuación como protagonista delante de tanto público estaba convencida de que triunfaría.
Giraba y giraba, y sus recuerdos regresaban a ella como si fueran parte de su alma. Tenía dos años cuando dio su primer paso y apenas un año más tarde ya se desenvolvía bien con los pies. Con cuatro años pudo apuntarse para aprender a bailar.

Sus primeros pasos como bailarina eran torpes e inseguros, pero ella había nacido para el baile y pronto aprendió a bailar. Mientras que las demás lo iban dejando Danielle seguía luchando por su sueño de ser una bailarina. Por su gran talento con 16 años ingresó en una importante compañía de ballet y era una simple bailarina de fondo, pero a ella no le importaba. Ella quería bailar.
Danielle hacía girar su cuerpo como por arte de magia estaba suspendida en el aire perfectamente estiradas, logró impresionar a todo el mundo. El director tras estar observándola durante su primer año le iba dando poco a poco papeles más importantes, pero con el talento de Danielle no era para un personaje de fondo, sino para la protagonista.
Cuatro años después de su primer paso con la compañía logró su primer papel de protagonista y el público se estaba quedado realmente impresionado. Danielle bailaba, bailaba por su amor al arte, por su futuro y por conseguir su sueño. Entonces el espectáculo terminó y el público se puso en pie para aplaudirla. El director la aplaudía emocionado.
¿Quién diría que una chica como ella podría conseguir tanto? Pero su carrera no había terminado allí, sino que acababa de comenzar… y le esperaban muchos espectáculos, le esperaba muchos focos y oportunidades. Danielle no quería cerrar ninguna puerta pues tenía un sueño y era bailar.
Danielle miraba al público y lloraba de felicidad. Aquello jamás podría olvidarlo. Y en ese momento supo que aquello era solo el principio de su historia.
Un comentario en “Danielle por Elena Siles”